A falta de un día para que termine junio, la sensación de los inversores más conservadores es de satisfacción con la evolución de su cartera en la primera parte del año. O así debería serlo si compara su resultado particular con el rendimiento obtenido por las diferentes categorías de fondos mixtos, aquellos que combinan renta fija y renta variable en distinta proporción en función del perfil de riesgo.
Según datos de Morningstar a 23 de junio, los fondos mixtos denominados como defensivos, en los que se puede llegar a invertir hasta un 30% de la cartera en renta variable, logran en el año un 2,33% de revalorización, un porcentaje que representa ya la mitad de lo que las expectativas de rentabilidad a principios de año descontaban para finales de 2023.
Pero si se trata de un inversor que no ha tenido tanta aversión al riesgo y ha incorporado un mayor porcentaje de activos bursátiles a su cartera, el resultado es todavía mejor, ya que los fondos de perfil moderado (que pueden llegar a invertir hasta un 60% como máximo en renta variable), obtiene un 4,80% en el año, que significa casi un 85% de la revalorización prevista para esta categoría de inversión en 2023; y la satisfacción es mucho mayor en las carteras más agresivas, las que pueden llegar a tener hasta un 70% en bolsa, puesto que han superado las expectativas de principios de año, con un rendimiento del 6,44%, 42 puntos básicos por encima de lo esperado.
Pero aunque la percepción del inversor más conservador es la de haber ganado con su cartera, si se tiene en cuenta la inflación prevista para finales de este año, en realidad se encontraría todavía sin haber compensado el coste de la vida. El Banco de España estima que el dato de inflación se situará en el 3,2%, por lo que la revalorización de la cartera solo está sirviendo para mantener cierto poder adquisitivo.
Pero es un hecho que la normalización de los tipos de interés emprendida por los principales bancos centrales el año pasado, para intentar doblegar la inflación, ha impactado positivamente en las carteras, gracias al repunte de rentabilidad de los bonos y el rally bursátil que han experimentado todos los índices.
Hay que recordar que, aunque ahora se ha relajado sobre el 3,7%, el bono norteamericano a diez años llegó a superar el 4% de rentabilidad. Y este aumento de la rentabilidad se ha trasladado a todos los activos de deuda. La subida de más del 14% que llevan acumulados tanto el S&P 500 como el EuroStoxx 50 también han beneficiado a que las carteras, sobre todo aquellas que incluyen un mayor porcentaje de renta variable.